Retrato

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Quebracho

Quebracho
Quebracho

Los Dedos

Los Dedos
Los Dedos

El Descanso

El Descanso
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Celeste y Blanca

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Plaza Congreso

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Retrato

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Via costero

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El paso

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Trompeta

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La Lija

Niña

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Cafe Serrano

Lavalle

La balsa

Linda

Linda
Linda

Por dentro

Por dentro
Barrera

Golpe

Federico Lacroze

Federico Lacroze
Federico Lacroze

Retrato

Retrato
Retrato

Plaza Congreso

Plaza Congreso
Plaza Congreso

Teatro Crevantes

Teatro Crevantes
Teatro Cervantes

Palomero

Plaza San Martín

Plaza San Martín
Plaza San Martín

Bicentenario

Bicentenario
Bicentenario

Sra

Retrato

Retrato
Retrato

Paisaje

Paisaje
Paisaje

Paisaje

Paisaje
Paisaje

Paisaje

Paisaje
Paisaje

Patria

Patria
Patria



Flor

Flor
Flor

Flor

Flor
Flor

Flor

Flor
Flor

Belgrano Norte

Belgrano Norte
Belgrano Norte


La Renga


Tete

Arbolito





Paisaje

23 mayo 2009

Don Severino y su capitan

A los efectos de recordar lo siguiente, quisiera hacer hincapié y más énfasis en lo ajeno.
Fue un claro resplandor lo que sufrió esa noche el alcalde de la ciudad de Topara. Pensar que instantes previos había seguido su instinto de supervivencia, que bien se lo habían otorgado, en la noche oscura y sufriendo siempre sufriendo.
Aquel que nunca pudo siquiera sentir el esfuerzo de estar bien parado. Tolerar a los grandes desde otra altura, esquivar a los rápidos con un simple movimiento de cintura, andar de simple fiesta rutinaria por las calles céntricas de la ciudad. Siempre uniforme, callado y áspero con los perros. Un aclamado director de artes y obras gramáticas de función teatral, un acobardado mujeriego de sabanas y por ultimo, un lunático de gran vestir.
Quiso a simples palabras dejar de lado todo lo que una vez sintió. “Un desenfrenado aquel que siente la vida es un juego”, oía decir de su abuelo, hombre de pocas palabras y fuertes, ya que su voz provenía de los altos rangos de la marina mercante Noruega. Don Rogelio Gervasio Alquina, también conocido como Don Capitán por los de su clase y Charango para los más pasados de copas. Este señor al cual, dicen las malas lenguas, le quito el sifón de los ojos a los estandartes, a aquellos que una vez no supieron ver la verdad. Cuenta la historia, una bien larga escrita por el Cachafaz, es decir, el Severino De Los Estandartes, ciudadano ilustre de esta ciudad y representante de los hechos a seguir, que el Don Capitán supo enfrentarlo y pegarle de tal manera, que lo dejo comiendo ratas con salmuera en las calles de la Inglaterra clásica, la que una vez supo contar historias, como Oliver Twist. Como también cuenta que esa misma noche el Don Capitán volvió la vista, y en sus ojos se vieron los rasgos del penoso equilibrio de los sentimientos, la agonía del que sufre, el pensamiento irrelevante ajeno de querer estar mejor. Severino no quería transmitir ello, sino pedirle por un sobrante de pan y mejor aun, algo de agua por las extensas sequías que se habían aproximado en los últimos meses. El Don Capitán en todo caso se aproximo, lo tomo del brazo y con una ayuda de su bastón logro levantar al joven y en un suspiro pedirle disculpas por su mal comportamiento, que en otro momento lo hubiese escupido o pateado, ya que cerdos no eran aceptados en ningún sentido, comida o pantano. Pero eran épocas negras dentro de la ciudad, todos los refranes se hicieron ciertos luego de que se supo la verdad, una penosa y sufrida verdad.

 Escrito por Hongoxongo.

18 mayo 2009

Conversando de vuelta

-¿Por donde quiere cruzar don? Se esta haciendo tarde y yo ya quiero llegar a las casas. Crucemos por el paso de los patos que está mas cerca.
- Bueno. Yo quería pasar mas para el sudabajo, por el cruce seco, ahí el río es un poco mas angosto y el agua no llega hasta los estribos. Pero vamos por donde usted diga. No tengo problema.
- ¿Ha visto como le dicen al sudabajo los gringos?
- Dígame.
- Le dicen sudeste. Lo que para nosotros es el abajo para ellos es el este.
- ¿En vez de decir vamos para abajo dicen vamos para el este?
- Parece que así llegan mejor a donde quieren ir.
- Pero si para abajo es abajo. Uno baja.
- Y para arriba le dicen oeste.
- Si van desde la quebrada hasta la pampa de los Tabaquillos ellos no van del sudarriba al norte. Van del oeste al norte.
- Pero si vienen de arriba. ¿Para que le dicen oeste a algo que esta arriba y que además siempre se llamó así? Desde los tiempos en que don José Argüello andaba todavía, ya se llamaba arriba a lo que es arriba y abajo a lo que es abajo.
- Estos gringos parece que siempre llegan y nunca se confunden.
- Yo tampoco nunca me confundo. Si usted se confunde es porque no sabe escuchar. Si le digo que mi rancho esta pasando desde arriba al norte las cuevas de los Calabozos, siguiendo el arroyo de las Mojarras hasta el camino del Solito y de ahí para abajo hasta la punta del cerro Negro usted llega. No se puede perder. Si se pierde es porque no escucha.
- Yo tampoco nunca me pierdo. El vino del Champaqui cada tanto me hace olvidar lo que es arriba y lo que es abajo. Pero esto del este y del oeste no me va a servir nunca. Pero a los gringos le sirve. Como a usted y a mi nos sirve el arriba y el abajo, a ellos le sirve el este y el oeste.
- Le creo. No hay problema.
- Acá sigo yo. Lo espero mañana en lo del Corazón Hediondo para marcar los terneros. Lleve las tabas por las dudas, si le parece.

Escrito por Samot.